Más valiera que acallaran un poco el asunto del Pequeño Nicolás desde las altas esferas. Parece que ha sido como un juego de niños en el que todos han entrado al trapo.
Pero parece que el Pequeño Nicolás es un sabio jugador de ajedrez en el que, entre tanto engaño y embuste, alguno va a salir trasquilado por decir más mentiras que el propio origen de la mentira.
Para empezar, resulta una metedura de pata de tremendo calibre el que el CNI, nuestro flamante Centro Nacional de Inteligencia, caiga en la tentación que querellarse contra el Pequeño Nicolás por decir que utilizan prácticas contrarias a la Ley.
Lo cierto es que, si el Pequeño Nicolás jamás estuvo al frente de ninguna colaboración con el CNI, es absurda la querella, por cuanto no hubo conocimiento y es la simple superchería de un loco.
Pero, en el caso de que hubiera colaborado, sería improbable que pudiera demostrarlo por la propia naturaleza secreta y confidencial del Centro.
Un absurdo improbable de demostrar.
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