lunes, 6 de abril de 2015


Incluso ese mandamiento me parece erróneo. No en su planteamiento sino en su efectividad. Y no lo digo por mostrarme escéptico sino porque todas estas cosas carecen de valor real. Somos lo que somos. Simples animales evolucionados. Amor, aun creyendo en él, justicia, etc., son enunciados sin referente. Eso no significa que no hayamos de llevarnos bien y de organizarnos de forma tal que acabemos en una realidad social adecuada para que todos vivamos lo mejor posible. Lo que el cristianismo define como amor es una palabra absurda, porque suele venir seguida de obediencia, abstinencia, templanza, es decir, necesidades de una sociedad llena de carencias materiales. En este sentido sigo siendo algo nietzscheano: el cristianismo es la religión de los cautivos, de los derrotados, de los esclavos. Mal asunto. Pero, sin duda, hay religiones peores. Aquellas que matan, incluso hoy, de forma continua y trágica.


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