viernes, 14 de marzo de 2014

Esa facilidad para recordar se conoce como “efecto de la producción” sobre la memoria y ocurre cuando tratamos de reproducir palabras o sonidos en los que ha intervenido el sistema motor del cerebro, es decir, que previamente hemos producido de forma activa.

En este caso, recordamos con mayor facilidad la letra porque previamente habíamos cantado esa canción, algo que no hubiera ocurrido si sólo la hubiéramos escuchado de forma pasiva. Lo mismo pasa con las palabras, pronunciarlas en voz ayuda a memorizarlas de forma más eficaz que escucharlas, leerlas o articularlas en voz baja.

En definitiva que el aprendizaje activo, o aprender haciéndolo, refuerza la memoria porque involucra al sistema motor del cerebro.

Los investigadores de Montreal reclutaron a 20 expertos pianistas de Lyon, Francia, y les pidieron que aprendieran unas melodías sencillas. Algunas tenían que memorizarlas de forma pasiva, oyéndolas simplemente, mientras que otras las aprendieron a la vez que las interpretaban al piano, involucrando al sistema motor del cerebro, que planificaba y ejecutaba los movimientos de los dedos sobre el teclado y formaba memorias motoras.  El cerebro compara con rapidez la información auditiva entrante con la información motora almacenada en la memoria, lo que nos permite reconocer si un sonido es familiar”, señalan los autores.

Este trabajo revela la importancia del "aprendizaje experiencial", es decir de aprender haciéndolo, y tiene implicaciones pedagógicas y clínicas, opina Mathias. Además aclara el motivo por el que es eficaz la vieja costumbre de memorizar repitiendo, tan denostada hoy en día: involucra al sistema motor, necesario para la producción de las palabras, y luego favorece el recuerdo. Pero también plantea la posibilidad de utilizar el aprendizaje motor para mejorar la memoria o proteger el deterioro cognitivo a las personas mayores.

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